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Dónde comer en Miami: Noche de estreno en Piripi

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A veces la vida no me la pone fácil. Durante la última semana de julio, el ajetreo de mi mudanza coincidió con dos invitaciones, una mejor que la otra. La primera, al Iron Fork, en el que 60 chefs presentaron sus creaciones en el Hyatt Regency de Miami, como un abreboca de lo que será el Miami Spice 2015. La segunda, una cena de degustación en Piripi, el restaurante en Merrick Park en el que no hace nada se estrenó como chef ejecutiva Angelina Bastidas.

Con tanto que desempacar y organizar, ni modo que pudiera salir dos noches en una misma semana, así que me tocó elegir ¿Ven por qué digo que a veces la vida me la pone difícil?
Opté por ir a la cena de degustación en Piripi, en la que el recién salido del horno menú de la chef Bastidas sería rociado con vinos Truchard. Y fui no sólo porque con tanto agite (por lo de la mudanza) prefería algo más íntimo en lugar de la bacanal que estoy segura fue el Iron ForkFui también porque tenía curiosidad por conocer la nueva cocina de Piripi liderada por una jovencita de 25 años.
Pero fui sobre todo porque Carolina García-Abalo, la esposa de Gus Abalo, uno de los socios de Piripi, tuvo a bien llamarme para invitarme personalmente. Caro y yo coincidimos en nuestro gusto por la buena mesa. Nos conocimos en Twitter, terminamos siguiéndonos en todas las redes sociales y hace poco nuestra incipiente amistad dejó de ser virtual, precisamente en Piripi, en un happy hour de un grupo de mujeres de Facebook del cual las dos somos parte. Como para la mí la amistad es un valor, sin pensarlo me dije: Piripi, aquí voy y Miami Spice puede esperar.
Carola tuvo la gentileza de invitarme a compartir su mesa en la que también estaban Ana Arranz, esposa de Teo Arranz, socio de Piripi; Anthony Truchard, cabeza de los viñedos Truchard y segunda generación de una familia de viticultores de Napa, en California, y su esposa, Suzanne Bezu-Truchard, una abogada de origen cubano, simpatiquísima, quien se encarga, entre muchas otras cosas, del mercadeo de Truchard.
Además me tocó compartir con Therese Rice, una neoyorquina con un dominio perfecto del español, que combina las Relaciones Públicas con las Políticas Públicas, es graduada de la Universidad de Columbia con honores, es mamá de dos varones (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia) y está casada con un mexicano que se graduó en la School of International and Public Affairsde Columbia el mismo año que yo.
En total fuimos 80 comensales y la pasamos buenísimo: la compañía inmejorable, los vinos espectaculares y a la temperatura perfecta, y el menú de la chef Bastidas: una verdadera delicia. Todo, en medio de la elegancia minimalista y perfecta de Piripi, en cuya decoración solo hay dos toques de locura que me fascinan: el enorme chandeliersobre el bar, del que salen, divertidos, anémonas y tentáculos de pulpo de cristal, que van cambiando de color como si de una ola marina se tratara, y la lámpara del comedor privado, singularísima y hecha de ¡cubiertos!
No alcancé a probar sino uno de los canapés que pasaron antes de sentarnos: unas croquetas de pato servidas con una gota de salsa de cereza agria ahumada que me supieron a gloria, acompañadas de un Truchard Roussanne (2013), nítido y refrescante, con el grado perfecto de acidez y un final cítrico que me encantó.
Ya en la mesa el primer plato consistió en una delicada ensalada de remolachas con melón verde, queso Manchego, crujientes nueces confitadas y una vinagreta de sherry, acompañada con un Truchard Chardonnay (2013). Yo sólo espero que esta ensalada forme parte del menú diario porque quedé antojada de más.
El segundo plato fue el mejor bacalao fresco que me he comido en mi vida: poché y cocido a la perfección, se desprendía en grandes hojuelas blancas y para contrastar el sabor tan delicado, venía rociado con una reducción de vino tinto y servido con un confit de hongos salvajes y un puré de berenjenas que me recordó el sabor ahumado de un buen babaganoush. Me encantó que el vino que acompañó esta maravilla fue un Truchard Pinot Noir (2012). La combinación perfecta.
El tercer plato fueron dos medallones de cordero cocidos a la perfección y acompañados de un confit de papas (al que yo llamaría milhojas y que es la forma de comer papas más sublime que uno se pueda imaginar), con un tapenadede aceitunas negras (que Piripi haría bien en envasar y vender para llevar, porque no tiene comparación), y un puré de perejil. En esta oportunidad el vino fue un Truchard Cabernet Franc (2012) en su punto.
El broche de oro fue una mousse de chocolate negro servida con cerezas poché, mascarpone y escamas de cacao, acompañadas con un Truchard Cabernet Sauvignon (2012), que me encantó por su final astringente.
Luego de semejante debut, a los comensales no nos quedó más remedio que aplaudir a la chef Bastidas. Y me sentí muy honrada cuando se acercó a saludarme y hasta nos abrazamos. Ya me había dicho que a pesar de su juventud confiaba en su trabajo y en su experiencia, pero que le angustiaba un poco tener que hablar en público.
Y ya cuando la gente comenzó a despedirse, allá a lo lejos, en la que sin duda es una de las cocinas más hermosas de Miami, la vi tomándose un shot con sus compañeros de trabajo.
¡Pasaste la prueba Angelina! ¡Larga vida Piripi!

Fui invitada por Piripi a asistir a esta cena de degustación. No recibí compensación económica alguna por escribir este post.

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Tallarines de arroz con vegetales y piña salteados con teriyaki de guayaba

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Este es un post patrocinado por Kikkoman®a través de Latina Bloggers Connect. La receta y opiniones aquí expresadas son mías. Gracias por apoyar a las empresas con las que Savoir Faire colabora, para que así pueda seguir creando recetas divertidas, coloridas y sabrosas.
Si con mis palabras logro describir a qué sabe esta maravilla, me doy por servida.
Si mis fotos logran transmitirte lo que es una delicia, puedo morir tranquila.
Pero no estoy muy segura de lograr mi cometido, porque, de verdad, estos tallarines son la gloria.
Y lo mejor es que puedes prepararlos en 15 minutos.
Y eso incluye el tiempo de preparación de los ingredientes.
Mientras hierves el agua, cortas los vegetales y la piña,
Mientras salteas los vegetales, cocinas los tallarines.
Luego mezclas todo con el teriyaki de guayaba y la combinación de sabores, texturas y colores es mundial.
Eso de juntar guayaba, piña y cilantro en un plato salado tiene lo suyo y tropicaliza el plato, mientras el teriyaki le da su toque oriental. 
Puedes servir estos tallarines como entrada o como guarnición.
Aunque aquí entre nosotros: yo me los comí como plato único.

Espero que te guste mi receta.

Tallarines de arroz con vegetales salteados en teriyaki de guayaba | Ingredientes para 4 porciones
1 paquete de tallarines de arroz integral cocidos al dente
1/3 de taza de mermelada de guayaba
2 cucharadas de aceite de oliva
1 taza de cebolla morada cortada en juliana
1 taza de pimientos (pimentones) bebé cortados en juliana
1 taza de brócoli cortado en “arbolitos”
1 taza de piña cortada en cubitos
4 cucharadas de hojas de cilantro picaditas

Preparación
En un tazón mezcla la salsa terikayi con la mermelada de guayaba hasta que se forme una salsa espesa y uniforme.
En un sartén a fuego medio, calienta el aceite de oliva y saltea la cebolla por 1 minuto.
Agrega los pimientos y saltea revolviendo por 1 minuto más.
Agrega el brócoli y la piña y saltea por 2 minutos más, revolviendo ocasionalmente.
Agrega la mezcla de salsa teriyaki y revuelve.
Agrega los tallarines y revuelve.
Sirve con un poco de cilantro.
Para imprimir la receta, haz clic aquí.
Para ver la receta de la mermelada de guayaba casera, haz clic aquí.

This is a sponsored conversation written by me on behalf of Kikkoman. 
The opinions and text are all mine.

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Si mis libros de cocina hablaran

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Hoy estoy desempacando mis libros de cocina. Tarea sencilla, porque los guardé en cajas plásticas pequeñas, que hicieron fácil no sólo su transporte, sino también saber lo que había dentro. Así, cuando los señores de la mudanza pusieron el librero en su sitio (en un pequeño pasillo frente a mi cocina), yo misma puse las cajas en cada compartimiento, y hoy estoy poniendo los libros, que empaqué sin un ápice de polvo, en su santo lugar.

Como mi cocina no es tan grande como quisiera, parte de mi menaje permanecerá guardado, visible y a mano para cuando lo necesite, en cajas plásticas más grandes, que al igual que las de los libros compré en Ikea por un precio irrisorio. Todo tendrá un lugar en mi garaje. Pero mis libros no. Al menos no mis libros de cocina. 
Mi primera colección, editada por TIME -LIFE, la compré cuando era estudiante universitaria en Caracas. Por entonces tenía un trabajo de medio tiempo que me encantaba, no sólo porque me permitía hacerme de mi propio dinero y ser independiente, sino por lo que hacía en aquel trabajo, que, como verán, seguramente influyó muchísimo en mi gusto por la cocina y la buena mesa.

Era vendedora en La batterie de cuisine, una tienda de artículos de cocina, donde, aprovechando el descuento de empleada que me daban, a los 19 años me compré mis primeras toallas y guantes de cocina, algunos utensilios que hasta el sol de hoy conservo y utilizo, las piezas de servir de mi primera vajilla Villeroy & Boch que todavía atesoro, y si no me compré una batería de ollas de cobre con asas de bronce fue porque, siendo estudiante de periodismo, al poquísimo tiempo me fui a trabajar, como era natural, como redactora en una revista.
Aprendí inglés para poder leer esos libros y seguir las instrucciones de cada receta. Y me abrieron el horizonte a nuevos ingredientes y formas de cocinar y comer. Descubrí que había sopas frías, que había cuchillos para quesos y otros para las frutas, que es mejor cocinar al vapor que hervir los vegetales, que hay muchísimas variedades de calabaza (más allá de la auyama que cocinaba mi abuela), lo mismo que de cebollas y tomates; y que aunque la cocina es un juego de niños, como todo juego requiere práctica y paciencia.

Mucho de lo que se hoy sobre técnicas para cortar, preparar, cocinar y preservar los alimentos, se lo debo a esa, mi primera colección de libros de cocina. Son como mi Biblia en materia culinaria. Han pasado varias décadas y los sigo consultando y atesorando.  Se mudaron conmigo cuando me fui a vivir a Madrid, a Ginebra, a Nueva York, al Sur de California y siguen teniendo un lugar principalísimo en mi casa en Miami.

Mi colección ha seguido creciendo, aunque no tanto como yo quisiera. Y no me da pena decir que desde hace cinco años, cuando comencé este blog, los de cocina son los únicos libros que compro en físico. No me sirve verlos en un iPad. Tengo que poder tocarlos, pasar las hojas, olerlos, ver las manchitas de alguna salsa en sus hojas amarillentas y perderme en los recuerdos que traen a mi memoria.

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Dónde comer en Miami: De tapas en Los Gallegos

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La verdad es que, cuando a propósito de mi mudanza, me refería a visitar mis restaurantes favoritos de la zona, pensé más en Amaize y en Pepito’s Plaza, que son, cada una en su estilo, las opciones más suculentas de comida rápida con sabor venezolano que se puede uno encontrar en el Sur de la Florida.

Pero hoy te voy a contar acerca de Los Gallegos, una tasca en Bird Road, que hace honor a su nombre y deja muy en alto el de Galicia, una tierra generosa en la que tuve la buena fortuna de vivir por unos meses cuando era estudiante universitaria y me dio por explorar la vida simple de Pontevedra, las rías gallegas, el pan de Porriño, el cocido gallego y la mejor comida del mar con que uno pueda soñar.

Hace poco volví a los Los Gallegos. Siempre tengo la impresión de que es atendido por sus dueños, y si no fuera así, el personal de sala se toma muy en serio su trabajo, mientras que de su cocina sin pretensiones salen las tapas típicas de la gastronomía española.

Desde la calle nada hace presagiar que Los Gallegos sea, posiblemente, el secreto mejor guardado de España en Miami. Es el típico restaurante-tasca familiar español. Unas ocho o 10 mesas, con impecables manteles de algodón blanco almidonados y planchados, y una pequeña barra, acomodan a los comensales.
A 10 minutos del glamour de Miracle Mile en Coral Gables, la relación precio-valor de la oferta de Los Gallegos es difícil de superar. Acompañada de una cerveza Estrella Galicia helada, servida como debe ser una copa igualmente helada, allí se come la mejor tortilla española que haya probado en la ciudad.

Las gambas al ajillo llegaron a mi mesa cocidas a la perfección, servidas con gulas en cazuela de barro y en aceite de oliva hirviendo, con un poco de perejil. Si no eres amante del ajo, este no es un plato para ti: diría que por cada gamba vienen dos o tres rebanadas de ajo. Lo del ajillo es en serio. Como debe ser.
También en cazuela de barro y en aceite hirviendo llegaron los chorizos al vino, que me recordaron las chistorras que comía en los restaurantes vascos de Caracas. Los calamares rebozados también llegaron cocidos a la perfección y acompañados de un alioli de chuparse los dedos.

Tengo pendiente volver para probar la tabla ibérica que viene con un surtido de jamón serrano, chorizo y queso manchego, así como los champiñones al ajillo con jamón y los pimientos de piquillo rellenos con bacalao.
El menú de Los Gallegos incluye tapas frías como los boquerones en vinagre, salpicón de mariscos, chorizo, jamón serrano, queso manchego, patatas alioli, aceitunas aliñadas y ensaladilla rusa, entre otros.

Las tapas calientes incluyen las croquetas de bacalao y las de jamón, así como chipirones en su tinta. Pero además Los Gallegos sirve la tradicional paella a la valenciana, paella negra con mariscos y arroz amarillo con mariscos, chipirones en su tinta y bacalao a la vizcaína.
Lo mejor de Los Gallegos es que te sientes como si estuvieras en una tasca en España, pero en Miami.

Los Gallegos Restaurant
6549 SW 40th St
Miami, FL 33155

+ 1 (305) 661-3040

¡Tequila! Margarita de granada

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Foto cortesía Don Julio 
¡Tequila! Ya se sabe que no soy tequilera, pero no me resisto a la tentación de una foto como la de esta margarita de granada, servida en un vaso con borde de cristales de azúcar. Pero además, en semanas como esta (sigo desempacando y arreglando mi casa nueva, estoy trabajando full time y por las noches me aventuro a descubrir lo bueno que ofrece Miami Spice), quisiera que el jueves fuera viernes y ya sabemos que el viernes es sábado chiquito. Gracias Tequila Don Julio por esta maravilla.

¡Salud!

Ingredientes
1 ½ onzas de Tequila Don Julio Blanco
2 ½ oz de jugo de granada
2 cucharaditas de azúcar
½ de jugo de lima (limón verde) fresco

Para decorar
Azúcar gruesa
1 cuña de lima

Preparación
Pasa la lima por el borde el vaso para humedecerlo.
Pon el azúcar en un plato pequeño y pon el borde humedecido del vaso para que los cristales se adhieran.
En una coctelera con abundante hielo pon todos los ingredientes, agita vigorosamente y cuela en el vaso preparado.
Para imprimir la receta, haz clic aquí.


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Dónde comer en Miami: Quality Meats (donde lo cotidiano se hace extraordinario)

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Quality Meats es un muy respetable restaurante en South Beach, en pleno Distrito Art Decó. Hermano del Quality Meats de Nueva York, en mi opinión debería llamarse Quality All. Punto. Allí nada es regular ni promedio. Y en cambio todo, incluyendo el servicio de primera, es supremo en este comedor donde el chef  Patrick Rebholz hace de maestro charcutero.

Allí, cura y ahúma sus carnes y hace salami, chorizo, coppa, sopressatta, salchichas, tocino de pato, y se da el lujo además de hacer su propio foie gras de ganso y de despachar unas 300 libras semanales de la mejor tocineta que haya probado en mi vida. 
De hecho, si me pidieran una razón para volver a Quality Meats, respondería, sin dudar y sin que me quedara nada por dentro: su tocineta servida con una jalea de jalapeño con manzana verde fresca, picadita con precisión milimétrica, y acompañada con una mantequilla de maní casera.
La comida que sirven es opulenta, por decir lo menos. Por supuesto, no es para quienes estén contando calorías. Aquí de lo que se trata es de comfort food, pero llevada a una dimensión en la que una crème brulée de maíz, que sirven como acompañante, caramelizada y con una pisca de fleur de sel, bien podría ser un postre.
Allí usted va, come y luego hace terapia para lidiar con la culpa que le produzca tanta abundancia de caloría junta. O si no, haga como yo, que digo que para un buen gusto, un buen susto y doy gracias a Dios porque no vivo tan cerca (así resisto mejor la tentación).
En el comedor principal, en lo que fuera el lobby del Hotel Bancroft, sobre el piso de granito con los diseños (originales, creo), sólidos y simétricos propios del Art Decó, una uva de playa es el centro de atención en un ambiente cálido y elegante al mismo tiempo, a una cuadra de la playa.
No me gustan las comparaciones pero creo que, salvo por la vista, Quality Meats no tiene nada que envidiarle a Smith & Wollenski (de hecho, Alan Stillman, uno de sus dueños, fue también dueño fundador de S&W). 
Fui a probar el menú con el que está participando en Miami Spice (hasta el próximo 30 de septiembre y de 6:00 and 11:00 pm, de lunes a domingo), y pude disfrutar de una cena memorable, que empezó con un Negroni, preparado con vermú mezclado en casa, mientras el chef Rebholz nos explicaba lo que comeríamos esa noche. 
Lo sigue fue nuestro banquete inolvidable:
Aunque no está en el menú de Miami Spice, creo que el chef Rebholz está tan orgulloso de sus embutidos, que nos envió el plato ¿o debo decir un carrusel? de charcutería, servido con pan al grill y que, en mi caso, hubiera sido suficiente para cenar con una ensalada y una copa de vino. 
Las entradas incluyeron unas vieiras selladas que se deshacían en la boca, servidas con un puré de ajo negro y hojas de apio; unas albóndigas de carne de res seca, de sabor bien definido; hamachi crudo y la tocineta de mis sueños. 
Todo, absolutamente todo, fue una delicia, pero si tienes que elegir, no lo pienses dos veces y pide la tocineta con mantequilla de maní y jalea de jalapeño. Se que la combinación de ingredientes suena rara. Pero es la-glo-ria. Lo digo en serio.
Con los segundos platos tuve un problema. Jamás había estado en un restaurante en el que las guarniciones compitieran tan descaradamente con los platos principales.
Probamos un filet mignon cocido a la perfección, unas costillas de cerdo con salsa de miel y lima y albahaca tailandesa, servidas con una hoja de menta; y unos  filetes de róbalo (branzino) con una costra crujiente y servidos sobre una salsa de queso crema ahumado. 
De nuevo, todo, absolutamente todo fue una delicia pero yo regresaría una y mil veces por la crème brulée de maíz y por los ñoquis con queso, y claro, luego iría a confesarme.
A la hora del postre probamos el Coconut Dream Bar y yo morí con una opción fuera del menú de Miami Spice: el Sticky Toffee Pudding servido con helado de higos, que bien vale el viaje.
Si me pidieran que definiera la cocina de Quality Meats, diría que es como la comida de antes, pero con un toque moderno, donde lo cotidiano se transforma en algo extraordinario e incluso en una extravagancia. 
Quality Meats
1501 Collins Ave, Miami Beach, FL 33139
+1 (305) 340-3333
Fui invitada a cenar por Quality Meats para probar su menú para Miami Spice. No recibí compensación económica alguna por escribir este post.

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Virgen colada con leche de almendras

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Este es un post patrocinado por Silk®a través de Mamás Latinas. La receta y opiniones aquí expresadas son mías. Gracias por apoyar a las empresas con las que Savoir Faire colabora, para que así pueda seguir creando recetas divertidas, coloridas y sabrosas. 
Amo la piña colada. La combinación de dos frutas tropicales como la piña y el coco tiene el poder de transportarme a las playas del Caribe donde pasé las vacaciones más felices de mi niñez y adolescencia.
Por fortuna, esa combinación tan tropical es también una de las favoritas de Tomás Eugenio, el menor de mis hijos, quien a pesar de tener ya 11 años, me sigue dando quebranto a la hora de comer frutas.
La solución para ese problemita han sido los batidos y licuados de fruta fresca, que se toma como si fueran un helado, no sólo porque son dulcitos (gracias a la fruta madura), sino también porque muchas veces los hago frappé.
Como la idea es que coma fruta y no jugos de fruta, trato de sustituir el hielo por cubitos de leche de almendras congelada, que hago en una cubeta de hielo. El resultado son licuados con una textura espectacular, que tienen más calcio que si se tomara un vaso de leche regular.
Como la crema de coco es suficientemente dulce, no hace falta ponerle azúcar. Este batido es perfecto en el desayuno y también como una refrescante merienda.
¡Espero que te guste mi receta!
Ingredientes para 2 porciones
1 ½ taza de piña cortada en cubos
¼ de taza de Silk Unsweetened Almondmilk
1 taza de Silk Unsweetened Almondmilk, congelada en forma de cubos de hielo
1/3 de taza de crema de coco
2 cucharadas de coco dulce rallado para decorar

Preparación
Pon todos los ingredientes, excepto el coco rallado, en el vaso de una licuadora y licúa hasta que se forme una mezcla cremosa y uniforme, y se forme el frappé.
 Sirve en dos vasos y espolvorea con un poco de coco rallado.
Para imprimir la receta, haz clic aquí.
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Sazón para tacos y por qué insisto en cocinar con mis hijos

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La de hoy es una receta para hacer tu propia sazón para tacos y también es una prueba más de que cocinar con mis hijos es lo máximo. Si algo me gusta del verano es que mis hijos pasan más tiempo conmigo. Es la locura, porque trabajo en mi casa, ando ocupadísima y demandan atención. Pero también es maravilloso comprobar  cómo van creciendo y haciéndose independientes.
Ayer por ejemplo, Andrés Ignacio (13), hizo el desayuno para todos. Hoy hizo un pollo guisado y además me dijo que iba a experimentar con mis recetas y que seguramente también las modificaría para que tuvieran su “toque personal”. Para mis adentros pensé: de eso, precisamente, es de lo que se trata: del placer de cocinar, e inventar y reinventar lo que te gusta.

Mientras estábamos en la cocina también me dijo que si hacíamos tacos, digamos, una vez a la semana, estaría dispuesto considerar hacer la universidad en Miami, en lugar de irse a Michigan que es lo que tiene entre ceja y ceja desde que el mundo es mundo.

Así que decidí que empezáramos haciendo nuestro propio sazonador de tacos from scratch y esto fue lo que resultó. Estoy segura de que mi hijo terminará yéndose a la universidad que escoja y dónde lo acepten, y seguramente sazonará sus tacos con sazón Badia o Goya. Pero ayer nos entretuvimos haciendo de alquimistas. Espero que te guste nuestra receta. Y no te pierdas porque ahora es que vamos a empezar a hacer tacos en esta casa.

Sazón para tacos | Ingredientes
2 cucharadas de chile en polvo
1 cucharadita de ajo en polvo
1 cucharadita de cebolla en polvo
½ de cucharadita de pimienta roja en hojuelas
1 cucharadita de paprika (pimentón rojo seco molido)
2 cucharadas de comino molido
2 cucharaditas de orégano seco
2 cucharaditas de sal
2 cucharaditas de pimienta negra recién molida

Preparación
Pon todos los ingredientes en un mortero.

Mezcla y machaca hasta que las hojuelas de pimienta rojas y de orégano queden molidas.

Guarda en un frasco con tapa y etiquétalo.


Para imprimir la receta haz clic aquí.

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Receta de ensalada de col rizada con mango, frijoles de soja y piñones

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Al igual que la quínoa, la col rizada llegó a tarde a mi vida. 

Lo bueno es que llegó para quedarse.

Son tantos sus beneficios, que decidí incorporarla a la de mi familia, más allá de los licuados o batidos verdes, y de los chips de col horneados que a veces me resultan aburridos.
Así que desde que descubrí que la famosa kale se puede comer cruda, en ensalada, como si fuese una lechuga, me la paso inventando con esta maravilla.
El truco consiste en lavar y secar las hojas de la col, quitarles la vena central, cortarlas y masajearlas con las manos con una mezcla de aceite de oliva, jugo de limón y sal. 
Sí señor (o señora, o señorita): vas a masajear la col, y verás como pierde volumen y se suaviza. 
Luego, puedes servirla de inmediato o dejarla reposar tapada en el refrigerador por unas horas y ¡listo el pollo! Que digo ¡la col! 
Queda con un sabor rico a limón.
Y es tan rica que se puede comer hasta sola. 
Espero que te guste mi receta.
Ensalada de col rizada, mango y frijoles de soja | Ingredientes para 4-6 porciones
6 tazas de col rizada lavada, cortada y secada en una centrifugadora de lechuga
3 cucharadas de aceite de oliva
sal marina gruesa
el jugo de un limón
1 mango pelado y sin semilla, cortado en cubitos
1 ½ taza de frijoles de soja congelados
½ taza de piñones
Preparación
Por lo menos unas 3 ó 4 horas antes de servir, pon la col en un tazón. Agrega el aceite de oliva, el jugo de un limón fresco y sal al gusto. Con las manos masajea la col. Debes masajearla como si estuvieras amasando y hacerlo por lo menos un minuto.

Cocina los frijoles de soja siguiendo las instrucciones del paquete. Por lo general, cuando son congelados, se ponen en agua hirviendo con sal y se dejan hervir por 5 minutos, se cuelan y se escurren y se dejan enfriar.

En una sartén a fuego mediano, tuesta los piñones hasta que estén fragantes y comiencen a dorarse, unos 3-4 minutos, revolviendo ocasionalmente para evitar que se quemen.

Combina la col con el mango, los frijoles y piñones. Revuelve y sirve.

Para imprimir la receta, haz clic aquí.

Esta receta la publiqué por primera vez en MamásLatinas.

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Dónde comer en Miami: Brunch en Dolores, Lolita

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Doloresbut you can call me Lolita. Desde que me mudé a Miami me encantó la idea de un restaurante con un nombre tan divertido. Es como que me llamo Enriqueta, pero me puedes llamar Enri. Así de coloquial. Con confianza. Porque creo que sentarse a la mesa, a comer, tiene que ser una experiencia además de agradable, divertida, pero sobre todo con la que te sientas cómodo, en confianza.

Y en Dolores, o Lolita, como prefieras llamarlo, no sólo es divertido el nombre. El personal de sala, un batallón de cubanos, al que se han incorporado venezolanos, y uno que otro español, es más que atento, jovial y por qué no decirlo: divertido también.
Y divertidos son sus diferentes ambientes: la terraza que da a la calle, el comedor, más formal, pero igualmente “relajado” en el segundo piso, o la terraza, también en el segundo piso, con palmeras y la vista de los rascacielos de Brickell, que de día es una maravilla, y de noche es uno de los sitios más hot de la zona.
La comida siempre es abundante y sabrosa en Dolores-Lolita. A veces me parece que demasiado abundante. Pero nunca he visto a nadie quejarse por ello, así que no ha de ser un problema.
Hace poco fui de brunch. Por fortuna fui con hambre. Siempre hay que ir con hambre a Dolores-Lolita. Aunque confieso que después de una sangría y un gazpacho, perfecto para el clima de Miami, y de saborear una vez más sus irresistibles croquetas de jamón serrano, cocidas como siempre a la perfección, me provocaba más bien un cortadito y salir a caminar por Brickell y sus alrededores.
Pero no podía perderme los waffles servidos con tocineta ahumada y pollo empanizado. Como el plato era tan grande, lo compartimos, para así poder probar los huevos rotos con chorizo ibérico y las mini hamburguesas de kobe
Algo que no hay que dejar de comer son las patatas bravas. Son algo así como el orgullo de la casa y con razón: tienen ese toque que le da el pimiento rojo molido, tan español, que va bien con todo.
Como comimos al fresco, en la terraza de la entrada (aunque mi favorita es la terraza del segundo piso), no nos quedó “más remedio” que refrescarnos con unas mimosas, heladas, deliciosas.
Creo que uno de los secretos de Dolores-Lolita es haber adaptado platos típicos de la gastronomía española al paladar y gusto estadounidense. Especialmente aquí en Miami, esa combinación es perfecta. Estoy convencida de que en el Sur de Florida amamos la cocina española no sólo porque es divina, sino porque la población de origen cubano ha estado y sigue estando históricamente vinculada a España y a sus sabores.
Otro de los secretos del éxito de este restaurante que se la pasa lleno a toda hora, es la simplicidad de su menú: siempre tienen croquetas, gazpacho, huevos rotos, ahora tienen estos waffles con tocino y pollo, y huevos revueltos servidos además de con patatas bravas, con bistec. No se complican. Sirven lo que a la gente le gusta y punto.
Además son tan cool como su gazpacho: si lo pides, hasta te dan la receta. No la comparto aquí porque no tomé la foto: y cuando me di cuenta, del gazpacho ya no quedaba nada. Otra vez será.

Dolores but you can call me Lolita
1000 South Miami Avenue
Miami, FL 33130

+ 1 (305) 403-3103 

Fui invitada por Dolores but you  can call me Lolita a probar su menú para el brunch. No recibí compensación económica alguna por escribir este post. Todas las opiniones aquí expresadas son mías.

Receta de albóndigas de res a la parrilla

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Estoy convencida de que todo se puede cocinar a la parrilla. Y entonces uno se beneficia no sólo del sabor de los alimentos cocidos al grill, que es una delicia, sino también de una comida súper saludable sin mayores complicaciones.

La última vez que hicimos hamburguesas y perros calientes a la parrilla, resolví usar un poco de la carne para experimentar haciendo albóndigas al grill y nos encantaron, así que aquí está mi receta. Más fácil imposible.

Albóndigas a la parrilla | Ingredientes para 4-6 porciones
2 libras de carne de res molida
2 huevos ligeramente batidos
2/3 de taza de pan rallado
1 cucharada de orégano seco
1 cucharada de tomillo seco
Sal
Pimienta negra recién molida

Preparación
Precalienta el grill.
En un tazón combina todos los ingredientes. Mezcla bien, pero no amases para evitar que las albóndigas te queden duras.
Forma las albóndigas con las manos.
Coloca las albóndigas en la parrilla pero no directamente sobre el fuego y cocina por 2 minutos y medio por cada lado.
Coloca las albóndigas directo sobre el fuego y cocina por 2-3 minutos más.
Para imprimir la receta haz clic aquí.

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Adolescentes al volante: Ayúdalos a que lleguen seguros

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Este post es parte de una campaña con DiMe Media y The Allstate Foundation. Todas las opiniones aquí expresadas son mías.
Mi hijo mayor es un adolescente de 13 años. Cuando hace menos de un mes Andrés Ignacio terminó su séptimo grado, tuvimos una conversación acerca de los retos que tiene por delante. En un año terminará la escuela media para comenzar la secundaria. Y muy probablemente, en menos de dos años ya habrá aprendido a conducir y estaremos tramitando su permiso para manejar.
Se dice fácil. Pero no lo es. Gracias a un estudio de The Allstate Foundation, me enteré de unas cifras que si comparto aquí no es para alarmar, sino porque creo que como papás y mamás de pre adolescentes y adolescentes, podemos hacer la diferencia para que nuestros hijos no sean parte de las estadísticas y lleguen sanos y salvos a donde vayan.
No sabía por ejemplo que:
Terrible. Pero aún hay más. El estudio de Allstate es parte de su programa Ten Years of Driving Change que en la última década ha ayudado a reducir la tasa de mortalidad de adolescentes en accidentes automovilísticos en 48%. Sin embargo, las estadísticas siguen siendo escalofriantes:
La buena noticia es que somos precisamente nosotros, los papás y las mamás, la primera influencia en nuestros hijos adolescentes cuando aprenden a conducir. Es decir que juntos podemos hacer la diferencia. Los adolescentes no son el problema. Son parte del problema, como somos parte nosotros los adultos. Así que juntos podemos también ser la solución.
Por eso ya comencé a hablar del tema no sólo con mi hijo sino también con sus  amigos. Creo que educando es mucho lo que podemos lograr. No se trata solamente de ser buen estudiante para ahorrar en la póliza de seguro, se trata de que juntos podemos hacer que su incursión al volante sea más segura.
Y si como papás y mamás podemos influir, entonces el ejemplo es la mejor lección. Si las estadísticas nos dicen que hace falta más práctica, entonces debemos asegurarnos de que tomen clases de manejo y de pasar más tiempo con ellos al volante, por lo menos media hora a la semana, durante ese primer año en que comienzan a conducir.
Si la presión de los pares hace que un muchacho (o muchacha) haga tonterías y tome decisiones inadecuadas, entonces hay que trabajar la auto estima e insistir en que todo lo que hagan tiene consecuencias que, cuando están frente al volante, pueden incluso llegar a ser mortales. 
Creo que este es de los temas más sensibles. Pero también creo que la presión de los pares no siempre tiene que ser negativa: un adolescente puede “presionar” a otro para que use el cinturón de seguridad, para que no use su teléfono celular o coma mientras está al volante, y hasta quitarle las llaves del auto si está bajo los efectos del alcohol u otra droga. Y nosotros como papás y mamás podemos promover esa presión positiva.
Desde que mis dos hijos nacieron, tengo siempre presente algo que me decía y me sigue diciendo mi mamá: ningún cuidado o precaución es extremo y basta un instante, un segundo, para cambiar el rumbo de las cosas cuando se trata de un accidente. Así que en lugar de esperar a que llegue el momento, decidí que el momento es ahora.

Por lo pronto, escribí este post que hoy comparto contigo y ya estoy “en campaña” con las mamás de los amigos más cercanos de mis hijos: para que tengamos a mano recursos que nos permitirán a todos enfrentar esta etapa lo mejor preparados que podamos, por la seguridad de nuestros hijos y por nuestra tranquilidad.

Para más información, visita el website de The Allstate Foundation y esta página, donde encontrarás materiales en español e inglés acerca de cómo ayudar a tus hijospre adolescentes y adolescentes en esta etapa de sus vidas.
Además tu y tus hijos pueden participar en un sorteo hasta el próximo 3 de julio y ganar $1.000,00 promoviendo en las redes sociales mensajes relacionados con la seguridad de los adolescentes al volante mencionando a @Allstate y usando el hashtag #GetThereSafe.



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Cómo mis bebés me hicieron mejor persona y un SORTEO de Pampers

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Este post es parte de una campaña con DiMe Media y Pampers. Todas las opiniones aquí expresadas son mías.
Si algo me cambió la vida para bien y para siempre, fue la llegada de mis hijos a este mundo. Con Andrés Ignacio (13), me hice mamá contra todo pronóstico y siempre digo que mi primer milagro particular resultó ser mejor de lo que había soñado. 

Sin embargo, no fue sino hasta que nació Tomás Eugenio (11), mi segundo milagro, cuando sentí que mi vida estaba completa: lo mío con esta criatura fue amor a primera vista y desde que lo tuve en mis brazos y lo miré y lo besé por primera vez, supe que no podría vivir sin este muchachito.


Con la llegada de Tomás, mi vida dio un giro de 180º. Empezando porque decidí que trabajaría en mi casa: dejaría de ser empleada y emprendería un negocio que me permitiera sostener a mi familia (era y soy mamá soltera) desde mi casa, mientras cuidaba de mis hijos.

Con la llegada de Tomás me convertí en empresaria y dueña de mi tiempo y mi destino. Con mi bebé de apenas semanas de nacido, y un cliente maravilloso que me dio el espaldarazo inicial, mi casa se convirtió en una agencia de Relaciones Públicas boutique.

Recuerdo que en esos primeros meses, en las reuniones con mis clientes, siempre estaba amamantando a Tomás Eugenio (quien resultó ser un tragón de primera y además fue lactancia materna exclusiva hasta que tuvo casi ocho meses), mientras mi asistente tomaba notas. 

Mi negocio prosperó y creció. Cuando los niños tuvieron edad de ir al maternal y al cole, de lunes a viernes y de 8 de la mañana a 4:30 de la tarde, mi casa era una sala de partos donde paríamos ideas y estrategias, diseñábamos, escribíamos lo que hubiera que escribir, distribuíamos notas de prensa y hacíamos campañas de publicidad y mercadeo. En mi vida fui tan creativa y productiva como en esa época.

Cuando me debatía entre aumentar el head count y buscar una oficina más “cómoda” fuera de mi casa, para que el negocio siguiera creciendo, tomé otra decisión importantísima que nos cambio a todos la vida para siempre y para bien.

Buscando un mejor futuro para mis hijos, quienes por ese entonces tenían 3 y 5 años, liquidé activos y despaché lo que había sido mi vida en un contenedor que zarpó del Puerto de La Guaira, en mi Venezuela natal, rumbo a su destino en el Puerto de San Pedro, en Los Ángeles, California.


Luego de emigrar a Estados Unidos, me tocó comenzar de nuevo otra vez. Primero en el Sur de California, donde vivimos y fuimos felices cinco años, para volver a reinventarme en Miami, a dónde llegamos, asustados, hace poco más de tres años.
No importa lo pequeñitos que sean, los bebés son poderosos agentes de cambio y su presencia tiene un impacto enorme en nuestras vidas. Nos hacen mejores personas y nos impulsan a hacer lo que en condiciones "normales" parecerían hazañas extraordinarias e imposibles de lograr.

Recuerdo como si fuese ayer, aquella noche de 2007 cuando, viendo las noticias por televisión, escuché a un funcionario del gobierno venezolano anunciando que en las escuelas comenzarían a impartir la doctrina comunista y los valores socialistas. A mediados de 2008 ya mis hijos y yo éramos residentes permanentes en Estados Unidos y en 2014 nos hicimos ciudadanos americanos. 

Ese es el poder y la fuerza que te da el deseo de darle a tus hijos una vida mejor. Es un poder universal que experimentamos todos los que tenemos la fortuna de que alguien nos llame "mamá".

Mira este video de Pampers que celebra las múltiples formas en las que los bebés hacen surgir los mejor de nosotros:

Visita la página de Facebook Pampers Latino y únete a la conversación en Twitter siguiendo a @PampersLatinoUS y usando el hashtag #BetterForBaby

Deja un comentario aquí en mi blog acerca de cómo tus bebés cambiaron tu vida y te hicieron mejor persona y si vives en Estados Unidos, participa en el sorteo de:

• 1 Pampers Swaddlers and Wipes  
• 1 Bufanda de Grace & Lace valorada en $20
• 1 Magic Bullet Baby Bullet Baby Care System, valorado en $60
• 1 Thinkbaby Thinkster Straw Bottle, valorada en $10


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La magia del Electrical Parade de Disney

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Hace poco fui con mis hijos a DisneyWorld. El plan inicial era que aprendieran a surfear en un ambiente controlado, en Typhoon Lagoon.

Pero no siempre las cosas ocurren como uno las planea y muchas veces lo mejor es lo que pasa. Así que decidimos ir a Magic Kingdom.
O mejor dicho, nos dividimos en dos grupos. Los adolescentes pasaron el día en Magic KingdomY yo me fui a Epcot con Tomás Eugenio.
Los adolescentes pasaron el día en Magic KingdomY yo me fui a Epcot con Tomás Eugenio.
Mi única condición fue regresar a Magic Kingdom para ver el Electrical Parade: un desfile de carrozas iluminadas con medio millón de luces de colores, en las que vienen los personajes de Disney.
Durante 20 minutos, en la quietud de la noche, en un concierto de luces perfectamente sincronizado con Baroque Hoedown, la banda sonora especialmente creada para el desfile, se pasean ante nuestros ojos: La Cenicienta, Pinocho, Blancanieves y los siete enanos, y Campanita y el capitán Garfio, entre otros.

Sin duda un desfile que hay que ver por lo menos una vez en la vida y cuyas fotos comparto hoy 4 de julio ¡Feliz Día de la Independencia!
Parte de los tickets para visitar los parques de Disney en Orlando,  fue cortesía de Disney Parks. No recibí compensación monetaria alguna por escribir este post.  Las opiniones aquí expresadas son mías.

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Con sólo 5 ingredientes: receta de anti pasto de berenjenas guisadas

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De niña no entendía qué tanto hacía mi abuela Ligia con las berenjenas, un vegetal que me resultaba insípido y al que además había que quitarle lo “amargo”.
Cosas de niña me imagino, porque la verdad es que ahora me encanta la berenjena de cualquier forma.
La receta de hoy es una de esas formas.
Es de esas recetas que resuelve porque puedes congelarla o guardarla en el refrigerador y servirla con pan pita, o con pan tostado a manera de crostini cuando te llega visita.
Va bien como aperitivo o tapa y también como merienda, e incluso para servir con pasta, sea como plato caliente, o frío.
Me gusta porque además no lleva mucha grasa (apenas unos brochazos de aceite de oliva).
Y también  porque se prepara con cinco ingredientes, incluyendo el aceite de oliva y la sal.
Aquí te dejo mi receta. 
Espero que te guste.
Berenjenas guisadas con tomate y cebolla | Ingredientes para 3-4 tazas
Aceite de oliva
2 berenjenas grandes con piel, lavadas y cortadas en rebanadas de ¼ de pulgada (más o menos ½ centímetro)
1 taza de cebolla cortada groseramente
2 tazas de tomate cortado groseramente
¾ de taza de salsa de tomate
Sal

Preparación
Calienta un sartén para cocinar al grill, a fuego medio-alto.

Con una brocha unta un poco de aceite de oliva en las rebanadas de berenjena.

Asa las berenjenas por 2-3 minutos hasta que se le hagan las marcas del grill del grill. Voltea y cocina otros 2 minutos más, hasta que estén doradas por ambos lados.

Ve poniendo las berenjenas en un plato, hasta que termines de cocinarlas todas.

En un tazón, mezcla el tomate y la cebolla.

En una olla o caldero con tapa, alterna una capa de berenjenas asadas, luego una capa de tomates y cebollas y poquito de sal. Continúa hasta terminar con una capa de berenjenas.

Agrega la salsa de tomate y cocina tapado a fuego medio, hasta que rompa el hervor.
Baja el fuego a medio-bajo y cocina por unos 20 minutos hasta que las berenjenas se deshagan.

Para imprimir la receta haz clic  aquí.

Esta receta la publiqué por primera vez en Mamás Latinas.

Risotto de quínoa con hongos portobello

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Lo tengo dicho: la quínoa llegó tarde a mi vida, pero llegó con ánimo de conquistadora.

Me robó el corazón y la pancita.
Y es tal su versatilidad que la uso como sustituto del arroz.
Ojo: no es ahora no coma arroz. 
Que quede claro que el único dogma en mi vida es comer sabroso.
Sí como arroz y en las últimas dos semanas he hecho risotto tres veces, incluyendo el risotto con hongos portobello que inspiró esta receta.
A lo que me refiero es a que me ha dado por usar quínoa... 
... en lugar del arroz, la pasta, la avena y siempre es una delicia.
Y desde que descubrí que tostando un poco la quínoa antes de cocinarla, el grano de queda enterito, pues mejor aún.
Espero que te guste mi receta.
Risotto de quínoa con hongos portobello | Ingredientes para 4 porciones
1 taza de quínoa lavada
4 cucharadas de mantequilla
1 ½ taza de chalotas picaditas
4 tazas de champiñones portobello rebanados
1 taza de vino blanco
3 tazas de caldo de carne o de vegetales
2 cucharadas de perejil picadito
Queso Parmigiano Reggiano

Preparación
En un sartén a fuego mediano, tuesta la quínoa, revolviendo constantemente, por unos 4-5 minutos hasta que se seque.

En otro sartén a fuego mediano, derrite la mantequilla y sofríe las chalotas hasta que comiencen a marchitarse, unos 5 minutos.

Agrega los hongos portobello y cocina por unos 3-4 minutos más.

Agrega la quínoa y revuelve.

Agrega el vino y cocina destapado revolviendo. Cuando el líquido haya mermado casi totalmente, agrega una taza de caldo y cocina destapado, revolviendo ocasionalmente, como si estuvieras cocinando risotto. 

Agrega el resto del caldo, una taza a la vez, y cocina hasta el líquido merme.

Cocina revolviendo ocasionalmente hasta que la quínoa esté al dente.

Sirve caliente con un poco de perejil y queso.

Para imprimir la receta haz clic aquí.

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Receta de ensalada de frijolitos con aguacate

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Esta ensalada de frijolitos con aguacate es mi primer paso en lo que he llamado mi vuelta a la normalidad, después de una semana de vacaciones en la que hice desastres con la comida.
Un día de estos contaré como a veces enloquezco y como todo lo que NO hay que comer esta vida. Lo bueno es que aunque la cosa es medio suicida, me encarrilo rapidito otra vez y aquí está la prueba.
Los frijolitos (black eyed peas) que son un sustituto perfecto de la proteína de origen animal y además son buenísimos para cuando queremos hacer dieta porque nos hacen sentir satisfechos y media taza sólo aporta 70 calorías.
Además son ricos en fibra, vitamina B y E, hierro y potasio. Así que ¿qué estamos esperando?

Como esta no es época de sopa, me pareció que una buena forma de comer estos frijoles es en ensalada.
Y como me encantan las ensalada de granos, aquí voy con esta delicia que acompañé con un delicioso aguacate de Florida.
Los aguacates de Florida me recuerdan los aguacates que comía en Caracas: de piel brillante, semilla grande y pulpa jugosa y dulce. Espero que te guste mi receta. ¡Buen provecho!
Ensalada de frijolitos con aguacate | Ingredientes para 6 porciones
2 tazas de frijolitos cocidos y escurridos
1/3 de taza de cebolla morada picadita
1/3 de taza de pimiento (pimentón) verde, sin venas, ni semillas, picadito
1/3 de taza de pimiento (pimentón) rojo, sin venas, ni semillas, picadito
1 taza de hojas de cilantro
¼ de taza de aceite de oliva
3 cucharadas de vinagre de vino rojo
Sal
Pimienta negra recién molida
1 aguacate grande, pelado y sin semilla, rebanado

Preparación
En un tazón mezcla los frijolitos con la cebolla, los pimentones y el cilantro.

En frasco con tapa mezcla el aceite de oliva con el vinagre, la sal y la pimienta, hasta emulsionar.

Agrega la vinagreta a la ensalada y mezcla bien. Tapa y deja marinar por lo menos media hora en el refrigerador antes de servir.

Distribuye las rebanadas de aguacate en un plato y coloca un poco de ensalada en el centro.


Para imprimir la receta haz clic aquí.

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Tropical smoothie con leche de almendras

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Este es un post patrocinado por Silk® a través de Mamás Latinas. La receta y opiniones aquí expresadas son mías. Gracias por apoyar a las empresas con las que Savoir Faire colabora, para que así pueda seguir creando recetas divertidas, coloridas y sabrosas. 
Cuando hace poco mi hijo Tomás Eugenio (11) me pidió que le hiciera “otra vez” mi tropical smoothie, me sentí reconfortada. Algo debo estar haciendo bien, me dije, que ya no tengo que estar “vendiendo” mis batidos, porque mis “clientes” vienen a “comprarlos” sin que yo haga nada.

El asunto de las frutas y Tomás, el niño más mañoso para comer que hay sobre la Tierra, ha sido todo un tema para mí. No le gusta mezclar nada y es un fastidio para arriesgarse con nuevos sabores.
Por eso me sentí feliz cuando pidió mi batido tropical: está hecho no con una, ni con dos, sino con cuatro frutas diferentes: piña, mango, banana y maracuyá. Por eso le pusimos “tropical” y equivale a comerse una ensalada de frutas completa.

Como lo preparo con fruta madura y con leche de almendras con sabor a vainilla, no necesita ningún edulcorante. Así Tomás va aprendiendo que en la vida hay cosas naturalmente dulces y que hay azúcares naturales en los alimentos y especialmente en las frutas.
Para no aguar la fiesta, tampoco le pongo hielo, sino cubitos de leche de almendras que junto con las semillas de chía aportan calcio y fibra, dos nutrientes súper necesarios para él que está creciendo. ¡Espero que te guste mi receta!

Ingredientes para 3 porciones
1 taza de piña pelada y cortada en cubos
1 taza de mango pelado, sin semillas y cortado en cubos
1 banana
1 taza de jugo de maracuyá (parchita, fruta de la pasión)
1 taza de Silk Vanilla Almondmilk congelada en forma de cubos de hielo
1 cucharada de semillas de chía

Preparación
Pon todos los ingredientes, en el vaso de una licuadora y licúa hasta que se forme una mezcla cremosa y uniforme, y se forme el frappé.

Sirve de inmediato.

Para imprimir la receta, haz clic aquí
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Dónde comer en Doral: Maido Japanese Restaurant

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Esta semana fue la locura. Como si el regreso a clases no hubiese sido suficiente, en el Sur de la Florida tuvimos que preparamos para la tormenta tropical Erika, que amenazó con convertirse en huracán y que a Dios gracias torció el rumbo y se deshizo en el trayecto.
Me pegué del televisor para ver los posibles escenarios, me angustié por no tener un radio portátil de pilas, y me abastecí de agua, enlatados, linternas y baterías. Allí quedarán para lo que resta de la temporada de huracanes 2015.
En medio del desasosiego que produce saber que estás en el cono de incertidumbre de una tormenta que puede transformarse en huracán, me tocó adelantar trabajo previendo que tuviéramos fallas de electricidad e internet y me angustié imaginándome cómo sería mi vida sin conexión.  Ya te preguntarás, con tanto agite ¿a quién le provoca cocinar? ¿O irte a un restaurante en Midtown, Coral Gables o Brickell?
Gracias a Dios existen las amigas y los restaurantes a la vuelta de la esquina. Así que me fui con Mariale (escritora, mamá y guerrera a toda prueba), a comer japonés en Maido, un modesto comedor en Doral, que vive lleno de comensales de origen japonés y coreano.
Maido es perfecto para quienes trabajan en la zona entre otras cosas porque por $9,99 sirven un almuerzo que incluye sopa miso, ensalada verde con aderezo de jengibre, mini California Roll, dos langostinos tempura servidos con vegetales también tempurizados, y una muestra de salmón, pollo o bistec teriyaki.
Me comí el salmón y Mariale el pollo. El servicio es rápido y la comida sabrosita y la relación precio-valor es imposible de superar. De postre compartimos un mochi, tres bolitas de helado de fresa, vainilla y te verde cubiertas de masa de dumplings de los mismos sabores. Una delicadeza que jamás había probado y me encantó. 
La pasé buenísimo y quedé con ganas de volver. En la foto aparezco con Mariale, no el día que almorzamos juntas, sino el día que nos conocimos y descubrimos las muchas cosas que tenemos en común. Y seguro que andábamos filosofando acerca de cómo el cielo es el límite.

Maido Japanese Restaurant
4267 NW 107th Ave
Doral, FL 33178

+ 1(305) 592.4002

Mi niñez a través de una caja de cereal

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 Este es un post patrocinado por Kellogg's Frosted Flakes a través de Mamás Latinas. Las opiniones aquí expresadas son mías. Gracias por apoyar a las empresas con las que Savoir Faire colabora, para que así pueda seguir creando recetas divertidas, coloridas y sabrosas. 
Nací y me crié en Caracas. En la Venezuela de mi niñez, habían cuatro canales de televisión en blanco y negro, y hasta que nació mi hermano Ernesto (cuando yo tenía 8 años y mi hermana Andreína 4), no había nada más divertido que ir a la casa de mi abuela por las tardes después del colegio, o en vacaciones.
En casa de mi abuela no sólo teníamos un pastor alemán: podíamos jugar pisé (rayuela) y semana (una especie de rayuela pero con los días de la semana), saltar la cuerda y ser libres jugando a la ere y las escondidas, o patinando y montando bicicleta con los otros niños del vecindario.

Recuerdo que en la Venezuela de mi niñez el cereal se llamaba Kellogg’s y había tres marcas emblemáticas: Corn Flakes, Frosted Flakes y Corn Pops (que se llamaban Sugar Pops). Los Frosted Flakes, que se llamaban Zucaritas, eran mis favoritos porque eran nevados con azúcar.
Cuando descubrió que los cereales de caja habían llegado a su vida para facilitársela, mi mamá, quien siempre trabajó fuera de la casa y fue una mujer moderna que apreciaba todo lo que le ahorrara tiempo en la cocina, los incorporó a nuestra dieta como la solución que le permitía, en cuestión de segundos y sin complicación alguna, servir un desayuno completo (al mío, además de leche, solía ponerle una banana cortada en rueditas).
Y fue así como junto con las arepas con mantequilla y queso blanco rallado, los huevos fritos con tocineta, la avena y los panqueques, los cereales de caja, y en especial los Frosted Flakes, se convirtieron en uno de esos desayunos siempre presentes de mi niñez.
Mi abuela, quien estaba convencida de que el desayuno tenía que ser una comida caliente, sobre todo para niñas como nosotras, que estábamos en pleno desarrollo y además hacíamos una hora diaria de natación de lunes a viernes, nos daba avena o un atol de maicena y nos lo servía ¡con Frosted Flakes! Aquella era la doble tanda de cereales más deliciosa que uno se pudiera imaginar, sobre todo porque venía con un ingrediente mágico: amor de abuela.
Con el tiempo, los Frosted Flakes terminaron siendo nuestro desayuno favorito, entre otras cosas porque nos hacían sentir independientes: podíamos servirlo nosotras mismas sin tener que depender de nadie y, habiendo sido criadas por mi mamá, la independencia era algo que apreciábamos mucho.
Fue así como también se convirtieron en mi merienda favorita: perfectos para los días de vacaciones, a media mañana bastaba un tazoncito con leche fría para reponer energía y seguir corriendo, jugando a la ere o las escondidas, “un, dos, tres pollito inglés”, saltando la cuerda, patinando o montando bicicleta, o improvisando un juego de béisbol o de vólibol.
Cuando llegaron las cajitas individuales, no faltaban en nuestras loncheras escolares y por supuesto por las tardes, cuando regresábamos extenuadas de la piscina, eran perfectos para ir “picando” en el auto mientras llegábamos a casa.
Creo que tuve una niñez muy afortunada y como les digo a mis hijos: en aquella época la única forma de quedarnos en casa viendo tele (o jugando Monopolio o Ludo, o armando un rompecabezas), era que estuviese lloviendo. Y ni siquiera, porque a veces en medio de un aguacero, salíamos con mi mamá a chapotear bajo la lluvia.
No importa cuántos años han pasado, ni que tenga un hijo adolescente y otro preadolescente, los Frosted Flakes son uno de esos sabores de infancia que atesoro, junto con la avena, las torticas de arroz, las empanadas de queso y los plátanos en dulce que me hacía mi abuela. Mis hijos dicen que heredaron ese gusto de mí, porque también son fanáticos. Pero ese capítulo de nuestra historia, será motivo de otro post. No se pierdan.

Continuará…
Gracias Alicia Civita por la foto vintage de las Zucaritas de Kellogg's.


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